jueves, 31 de diciembre de 2015

Desarrollo y tecnología .El futuro, a punto de comenzar


Elmundo.es


Los Reyes Magos son los encargados de inaugurar tecnológicamente cada año. Lo hacen en la templada Las Vegas cada 6 de enero en una cita que dura cuatro días, del 6 al 9. 


Es el Consumer Electronic Show, el CES. Allí las principales compañías del sector sacan pecho y muestran un adelanto de lo que podemos esperar de ellas el resto del año. Las principales, con alguna excepción de lujo, como Apple, que no se da por convocada y organiza su propio calendario.

Con apenas echar un vistazo a los ponentes de las conferencias principales se puede tener un atisbo de por dónde va a ir 2016. Entre nombres estrechamente ligados al núcleo duro de las tecnológicas como Brian Krzanich, CEO de Intel, o Ginni Rometty, de IBM, podemos encontrar otros del mundo del motor como Herbert Diess, CEO de Volkswagen Passenger Cars, o May T. Barra, de General Motors. Es una tendencia que se ha ido marcando durante los últimos tres años.Ya en el Mobile World Congress de Barcelona de 2013 nos preguntábamos qué hacía un coche expuesto en una feria de telefonía móvil, pero hoy se ha convertido en algo normal.

Google no está sólo en el viaje del coche conectado. Hasta Tesla trabaja en automóviles autónomos. Por cierto, en este final de año se rumorea con fuerza que Google y Ford tendrían listo un acuerdo para fabricar conjuntamente coches de conducción autónoma y que lo presentarían precisamente en el CES de Las Vegas.

Lo que no refleja el panel de ponentes del CES es un movimiento que se muestra imparable: la ascensión de China a la primera categoría. Un ejemplo meridianamente claro está en la telefonía móvil. El fabricante chino Huawei, ya segundo en el mercado de los teléfonos inteligentes Android justo por detrás deSamsung, se ha propuesto desbancar a la firma coreana. Llega con el impulso que le permite su mercado y no lo hace apoyándose en terminales baratos, sino todo lo contrario.

Parece probable que competidores habituales como HTC o incluso LG y Sony sufran también el acoso de estas marcas chinas (léase también Xiaomi, Zopo...) que han conseguido quitarse el sambenito de chino=malo=barato.

Pero, más allá de los teléfonos en sí, 2016 irá viendo el comienzo de la nueva generación de redes, la 5G, la que sustituirá a la actual 4G y ofrecerá velocidades superiores al giga por segundo. De hecho, ya el año pasado Ericsson logró velocidades reales de 5 Gbps en pruebas. De momento asistiremos a la ampliación de planes piloto, ya que no está previsto el despliegue comercial global de la nueva red hasta 2020.

Todavía discutimos si el mejor término es vestible, ponible o llevable, aunque la Fundéu propone la segunda alternativa para referirnos a los wearables. Llamémoslos como los llamemos, estos dispositivos han llegado para quedarse, de una forma más o menos obvia. La primera imagen que nos acude a la retina al hablar de estos productos son los relojes o las pulseras de actividad, más allá de las imposibles Google Glass (por cierto, una compañía española presentó sus WeOn glasses, pero nunca más supimos de ella...). Sin embargo, no tienen por qué compartir esa forma.

En las últimas semanas se han dejado ver propuestas muy diferentes del tipo desensores capaces de medir la temperatura corporal colocados como un tatuaje. Y es que la idea de insertarnos o tatuarnos sensores en el cuerpo está dejando de ser algo para friquis. De hecho, sería una forma más de interactuar con ese Internet de las Cosas (IoT) que lleva persiguiéndonos desde hace un par de años y que este 2016 podría alcanzarnos.

Las actuales redes de telefonía móvil, y no digamos las físicas de fibra, son capaces de suministrar cualquier tipo de contenido de alta definición, ya sea sonido o vídeo prácticamente en cualquier ciudad española, grande o pequeña. Pero, ¿para qué sirve toda esa conectividad de alta velocidad? Al margen de los usos profesionales, el entretenimiento es el motor y el gran beneficiario de esa anchura de banda, y a su rebufo se han desarrollado compañías como Netflix. Por cierto, su CEO, Red Hastings, ocupa un lugar destacado en el panel de key notes de ese CES que inaugura el año tecnológico.

Es verdad que Netflix no es estrictamente una novedad de 2016, pero llegó a nuestro país en otoño y todavía no ha tenido tiempo de mostrarse con todo su potencial. Eso será en el año que comienza ahora. De cualquier forma, no ha supuesto ningún obstáculo para que el canal de vídeo en streaming enseñe los dientes. A mediados de diciembre descubrió sus cartas y acusó a Movistar de no tratarles muy bien. Desveló unas velocidades de apenas 2,5 megas cuando sirven su contenido.

Por debajo de esta pelea no sólo hay intereses comerciales, sino uno de los principios básicos de internet: la llamada neutralidad de la Red. ¿Hasta qué punto es lícito que si una compañía paga se prime la velocidad de sus contenidos?

Independientemente de ello, ya no vemos la tele como la veíamos hace apenas un año. Y en 2016 la corriente se agudizará. La parrilla de televisión la comienza a programar cada espectador con sus series favoritas o sus películas.


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